lunes, 23 de marzo de 2009

Radiografía de una guerra

12:07 PM
Enero 11 de 2009, día del Señor.

Desde el púlpito se producen sonidos onomatopéyicos como en los cómics: “BOOMB”, “CHAAZZ”, “BROOUM”. Manotazos que caen como viejos cohetes “Katiusha” y misiles israelís del tipo “Spike” lanzados de uno y otro lado de la franja que divide el libro milenario del Antiguo y el Nuevo Testamento: La Biblia.
La enorme Biblia de púlpito con canto dorado. Hoy convertida en un territorio de guerra.
El predicador esgrime magistralmente argumentos en pro y en contra de esta guerra sin cuartel. Y como combatiente de un juego virtual de Play Station oscila de un lado a otro maniobrando cualquier premisa que le pudiera explotar en las manos como bomba de tiempo.
“TRA-TA-TA-TA-TA-TA”.
Metralla.
Es una guerra repetitiva, y por lo tanto…
¡CHIRREINNN!
Hemos frenado.
—Hablar de guerra no sería nada objetivo —, dice el predicador.
Hasta un pequeño conejo acorralado se defiende dignamente pataleando y enseñando los dientes. Aunque, ¿qué puede hacer el rebelde peludillo contra un carnicero de profesión, armado hasta los dientes, con babero alguna vez blanco más ahora lleno de manchones de sangre? Nada, solo satisfacer el sadismo y la iracundes de su vejador.
¡Ya paren esta masacre! Es el clamor mundial.
A poco más de tres semanas las bajas de esta “guerra” suman más de un millar de muertos y siguen acumulándose.
Las repercusiones tampoco las vemos ahora pero no esperarán, serán cuantiosas y desproporcionadas.
Esta masacre promueve y oculta muchas infamadas: Sobre todo la destrucción del “otro”, del distinto.
El 99% de los muertos han sido palestinos. Entre ellos, el 50% son niños, mujeres y ancianos. Vidas con nombres, sueños y memorias exterminadas en un santiamén por ráfagas de balas y misiles teledirigidos. Desarraigados ya para siempre de la faz de la tierra como aquellos árboles milenarios que florecieron antes en espesas selvas de oyameles ahora ya extintos.
Es difícil acertar si el otro restante de las “bajas”, el otro 49% de muertos palestinos sean milicianos y combatientes entrenados, o civiles indefensos. Porque aquí el ser hombre palestino y tener brazos y piernas es sinónimo de tiro al blanco para el ejercito israelí.
Lo que también sabemos, con certeza, es que el 1% de estas muertes has sido de los atacantes. Bajas provocadas por fuego amigo, Israel mismo dándose un balazo en un pie…
—Y las imágenes de lo que las “víctimas” hacen, ¿qué? ¿Dónde están?
Porque algo habrán hecho para merecerlo, ¿no? —, interpela un feligrés enardecido.
Las demás imágenes no se muestran a simplemente vista. Pero allí están. Si se mira bien, si somos pacientes. El horror nos saltará a la cara como esos Aliens sanguinolentos de Sigourney Weaver.
Las demás imágenes están camufladas, son parte del paisaje, el mismo paisaje, una civilización que se niega a morir, quizás de las más antiguas de todas, subsistiendo

El peligro de eliminar al otro es que en cualquier momento puede adquirir nuestro rostro… pero nuevamente no son de los israelitas…
Nuestro lenguaje ha sacro santificado la palabra guerra. La vistió y refino a tal grado que en ella se puede ocultar todo de cuánto hay de cruel y asqueroso en lo humano: robo, asesinato, avaricia, ignorancia, injusticia, ecocidio, genocidio, sacrilegio… Aunque cada palabra es hipócrita desde el inicio pues ella solo es una síntesis. La guerra, ella es la antítesis de cualquier ley moral, incluso, la de los judíos, árabes y cristianos

para vedar los¿de defensa Entre esta gente, la feligresía, también hay manifestaciones de hastió por estos temas de “actualidad” que levantan ámpulas, y nada tienen que ver, dicen, con la palabra de Dios. Hay bostezos que infligen en el alma del orador tropiezos, como minas en el terreno sin volar. Fuego cruzado. Hay que ir con cautela…
¡La libra!
Sabe que la profesión del verdadero profeta nunca es halagüeña…
¿Ser objetivo? ¿Manifestar su adhesión, con “el pueblo elegido de Dios y en contra de los filisteos”? ¿Ir más allá de lo que los Medios ofrecen?
Cruentísima la indiganación por las victimas cíviles en gaza, no se ha manifestado como este antagonismo como Israel en GazaEsta guerra, una vez más coincidió como los regalos y nuestros perforados bolsillos: en Navidad y reyes magos. Ya no hay moral; ya ni la burla perdonan. Dicen que hasta ahora los medios de comunicación no han presentado “el otro lado de la moneda”, ni tampoco lo que las “víctimas” hicieron para “merecerse” esto: destrucción y muerte, su merecido... Al parecer solo vemos un lado dónde hay cuerpos insepultos de hombres, mujeres y niños mutilados; vísceras esparcidas; rostros cuyas expresiones también, ya algunas, se desdibujan. Porque de aquel lado, del lado de la muerte, allí ya no hay dolor, ni llanto, ni comprensión, ni rostros humanos... Una cabeza pequeña, difícil de adivinar si se trata de un niño, o una niña, o la cabeza de un bebé de juguete cuyos ojos se resisten a ser cerrados y cuyo cuerpo estará en otro lugar, entre los escombros, porqué allí no está, no sé vé... La realidad, la verdadera realidad, es que nadie se merece una granada de fragmentación o un proyectil teledirigido en el patio dónde juegan los hijos… Israel estableció una tregua de tres horas al día...